El viento, el fuego, las lenguas que los extranjeros entienden cada uno en su idioma; todos los signos que se utilizan en esa narración expresan una experiencia profunda e imposible de transmitir con conceptos y discursos “racionales”. La única explicación posible que encuentran los discípulos es que el Espíritu de Jesús está en sus corazones y que es Cristo el que vive en ellos.