Cuando aparece en la escena mediática un personaje de la Iglesia católica que resulta interesante para los medios y se posiciona con una fuerza y una identidad propias, habitualmente se encienden las alarmas en el resto de la institución. Ese personaje puede ser un cura de barrio, algún laico que sobresale por algún motivo o el mismo Papa; en cualquier caso, se convierte en un elemento que genera alguna incomodidad.
El texto completo se publica en España en la versión en papel de la Revista Vida Nueva